Podemos decir que Akasha es una fuente inagotable de información sobre cada objeto, persona, animal, bacteria o galaxia, que existe o halla existido en este u otros mundos.
El concepto Akasha puede explicarse desde dos enfoques distintos, y en principio irreconciliables, la visión filosófico-científica y la espiritual.
Desde el punto de vista espiritual, todas las culturas hablan de un espacio primordial, un campo de conciencia-energía que alberga toda la información de la Existencia. Los hindús lo bautizaron como Akasha -palabra sánscrita que quiere decir ‘alma, espacio, cielo, éter’ – y es el elemento fundamental del Cosmos. Los egipcios se referían a él como Las Tablas de Toth, los mayas lo denomiron el Banco Psi y en la Biblia se conoce como “El Libro de la Vida”.
Desde el punto de vista filosófico-científico, el Universo ya no es un mecanismo cerrado de relojería newtoniano, ni tan siquiera un proceso unidireccional desde el Big Bang al Big Crunch, podría ser más bien un proceso cíclico de nacimiento y destrucción de universos, el Big Bounce (algo así como el fascinante capítulo num. 16 de Love, Death & Robots). En este proceso cíclico de creación y destrucción de universos, toda la información energética queda registrada en una matriz cuántica. Akasha es esa matriz de vacío cuántico, la memoria holográfica que alberga todos los campos y fuerzas de la naturaleza, la huella codificada de todo lo que existe o existió, desde una bacteria a una galaxia. La dimensión oculta del Universo, donde no existe tiempo ni espacio. Cómo bien apunta el filósofo de la ciencia Ervin Laszlo, «El océano donde se almacena toda la información de los múltiples ciclos del Universo, un mar profundo e insondable, cuya dimensión observable son tan solo las olas…»